La huella ecológica es un indicador biofísico que cuantifica el impacto ambiental producto de la actividad humana. A través del análisis estadístico se puede llegar a una aproximación de la demanda de recursos naturales, por parte de los seres humanos, y la capacidad ecológica de la tierra para brindar y regenerar esos recursos.
La
huella ecológica se posiciona a nivel internacional como un indicador de sostenibilidad. Desde hace
años, el Producto Interno Bruto (PIB) se empleó a nivel mundial como un
indicador económico; los actuales desafíos exigen completar la información
brindada por el PIB y así implementar políticas económicas, gubernamentales y
sociales que refrenden el compromiso por la preservación del medio ambiente y
el bienestar de las sociedades.
A
lo largo de su vida, cada ser humano requerirá de una superficie ecológicamente
productiva para satisfacer su demanda de recursos. También necesitará de un
espacio que absorba los residuos que genera.
A
través de la huella ecológica se puede estimar la demanda de recursos y si el
impacto de la vida humana sobre la tierra es sustentable en el presente y a
futuro. El indicador se basa en las siguientes premisas:
★ Cualquier bien o servicio fabricado requiere
de un flujo de materiales y energía. Pudieran provenir directamente del sol, la
Tierra, el agua o el viento, o de sistemas ecológicos.
★ Son indispensables los sistemas ecológicos capaces de
absorber o transformar los residuos generados en cualquier tipo de producción.
★ Las viviendas, industrias, comercios y demás estructuras
requieren de un espacio y su multiplicación reduce las superficies de
ecosistemas productivos.
La
huella ecológica tiene sus límites y se complementa con la biocapacidad, un concepto que indica los recursos disponibles, es
decir, la superficie biológicamente productiva y utilizable. Al comparar la
oferta con la demanda se tendrá un panorama más claro acerca de la
sustentabilidad y las acciones que reduzcan la huella ecológica.
Son
diversas las posturas con respecto a las gestiones que deben llevarse a cabo
para disminuir la huella y no vernos en la necesidad de conseguir de inmediato
uno o dos planetas más que puedan estar a nuestra disposición.
Los datos indican que las ciudades ocupan el 2% de la corteza
terrestre. El 50% de la población mundial vive en ellas. La propuesta de Carlo
Ratti es interesante puesto que el mensaje reside en cambiar la dinámica de las
ciudades y optimizar la manera de vivir en ellas. Imagina a los habitantes de
la enorme urbe mexicana dispersarse en pequeños poblados y el costo en recursos
que eso significaría. Imagina ahora que se realicen las acciones necesarias que
lleven a optimizar la vida en la ciudad. Una ciudad sensible, es el término que
emplean, en la cual se aplique la tecnología existente en el transporte
público, en la detección y solución de problemas, en el abasto de energía, de
agua; en el manejo de los residuos y la reutilización y reciclaje. Ratti
trabaja en dotar a las ciudades de una capa digital para alertar de los
problemas de movilidad, derroche de recursos, etc., y actuar antes. Este mismo
modelo puede aplicarse en la agricultura, la agronomía, etc.
Rehacer el planeta es una utopía, realizar las gestiones
necesarias para optimizar la infraestructura actual es una realidad. En casa
inicia con el máximo aprovechamiento de tus recursos y evita el dispendio. Esta
es quizás la fórmula más realista para disminuir tu huella ecológica.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario