El planeta Tierra se cubre por la atmósfera y esta, a su
vez, se divide por diferentes capas. La más inmediata es la tropósfera, en la
cual se generan movimientos verticales y horizontales de vientos o masas de
aire, y en donde se originan las lluvias, cambios de temperatura y vientos.
Continúa la estratósfera y llega a un límite de los 50
kilómetros de altitud. A esa elevación, además de volar los aviones, los
vientos horizontales de alta velocidad facilitan que cualquier sustancia se
difunda con rapidez por todo el globo terráqueo. Durante la década de los años
80 se liberaron más de un millón de toneladas al año de CFC (clorofluorocarbonos) y posteriormente
se descubrió que destruían el ozono,
una forma especial de oxígeno concentrada mayormente en la estratósfera, siendo
una de sus funciones la absorción de peligrosas radiaciones de onda corta.
La mesósfera se extiende entre los 50 y los 80 kilómetros
de altura, la disminución de la temperatura, aunada a la baja densidad del aire,
interviene en la generación de turbulencias y ondas atmosféricas. Es el punto
en donde las naves espaciales notan la estructura de los vientos de fondo y el
freno aerodinámico.
A más de 80 kilómetros de altura encontramos la ionósfera
en donde el aire está por completo enrarecido y permite la propagación de las
señales de radio. Esto facilita la recepción de señales a mayores distancias
que las ondas que viajan por la superficie del planeta.
La exósfera forma el límite exterior de la atmósfera y
más allá se extiende la magnetósfera en la cual el campo magnético del planeta
domina sobre el medio interplanetario.
Una vez identificadas, de manera general, las diferentes
capas que cubren la Tierra, imaginemos la capa de ozono a la altura de los vuelos aéreos. Ahí se concentra el 90% del
ozono en la atmósfera y actúa como un filtro solar, absorbiendo la luz
ultravioleta (UV). Sin la capa protectora los seres humanos estaríamos expuestos
a la radiación ultravioleta, y además de quemaduras por el sol, sobrevendrían
cáncer de piel y severos problemas oculares, sin contar con el daño causado a
otros seres vivientes.
El ozono se forma por la unión de tres átomos de oxígeno
(O3), cuando el aire común consiste en dos átomos de ese
gas. Se identifica por un olor metálico penetrante que se desprende cuando el
aire atraviesa una corriente eléctrica, por ejemplo, en las tormentas.
En la industria se emplea como un agente blanqueador de
textiles, ceras y aceites, así como para acelerar el proceso de envejecimiento
de la madera y el vino. En sí, el ozono está presente en muy bajas cantidades
en el aire que respiramos, su elevación es perjudicial para la salud y sucede en
la época de calor porque los rayos ultravioleta tienen la capacidad de
convertir el aire en ozono.
Es importante desarrollar una consciencia planetaria y
darse cuenta que con nuestras acciones interferimos en los procesos naturales
de la Tierra. En el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono se
harán propuestas dirigidas a la recuperación de la capa de ozono dañada en la
Antártida.
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