Jugar al aire libre da bienestar a todos, los pequeños, los mayores y los muy mayores. Favorece al cuerpo y a las emociones, porque el contacto con el sol, el viento, los árboles, las flores y los animales, no se puede substituir con el televisor.
En las ciudades, el gusto por salir a jugar al aire libre se ha disminuido, en algunas familias, incluso, se ha perdido. La mitad de los niños en edad escolar pasan las tardes dentro de la casa, reparten su tiempo entre hacer la tarea, jugar y mayormente mirar la televisión. Películas, series, y los más afortunados juegan con el Ipad o videojuegos. Si reparten el tiempo equitativamente, no hay problema, pero si pasan más de una hora con el videojuego o la televisión, la evidencia muestra que el pequeño se expone a una adicción.
La especie humana no está diseñada genéticamente para vivir en cautiverio, necesita recibir los rayos solares, el viento, ejercitar los músculos y fortalecer los huesos.
¿Cuántos padres de familia se dan el tiempo para llevar a sus pequeños, a jugar por las tardes, al aire libre? La mayoría nos han comentado saber de los beneficios, pero no tener el tiempo para hacerlo, miedo a la inseguridad, o simplemente estar muy cansados después de la jornada laboral. ¡Es una lástima!, puesto que se privan de los múltiples beneficios físicos y emocionales.
Los juegos en el exterior permiten explorar el cuerpo y mantenerlo flexible. En los niños apoya el desarrollo de la motricidad fina y gruesa. Se fortalecen los vínculos familiares y el contacto con el mundo natural. Previene la obesidad y el sedentarismo, porque al estar horas sentados frente al videojuego, les despierta la necesidad de comer.
Se ha observado que los niños que regularmente juegan al aire libre se muestran más relajados, con mejor autoestima y les es más sencillo sociabilizar, en comparación con aquellos que permanecen dentro de sus casas.
Desarrollan la creatividad al estar expuestos a mayor variedad de estímulos, son más adaptables y seguros de sí mismos.
Mamá o papá pueden hacer un horario de actividades vespertinas, en el que contemplen una hora diaria para salir a caminar o jugar. No es necesario que planeen actividades complicadas, simplemente lleven cada día un juguete diferente para que el pequeño se entretenga: una pelota, la bicicleta, las muñecas, los coches, un papalote, un aro, las burbujas, etc.
Otra opción es inscribirlos en deportes como futbol, tenis, equitación o natación. Aprenderán a trabajar en equipo, a manejar los conceptos de ganar y perder, y a valorar el mundo de la naturaleza. La Organización Mundial de la Salud recomienda que los niños participen, en un mínimo de 60 minutos diarios, de actividad física de moderada a vigorosa.
Recuerda que en la infancia es cuando se establecen los hábitos saludables, pero también se instalan los que no benefician el desarrollo emocional y físico.
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