El desarrollo de la conciencia ambiental en los niños
inicia en el hogar. Los bebés aprenden principalmente por imitación y seguirán
el ejemplo de las personas que son significativas para ellos. Albert Bandura,
psicólogo e investigador, señaló que el aprendizaje observacional sucede cuando
la persona contempla la conducta de un modelo. Papá y mamá serán entonces los
principales vehículos para el aprendizaje. Esto significa que la conciencia
ambiental primero debe despertar en los padres y manifestarse de forma
auténtica para que sea seguida por el hijo.
Al crecer, el proceso madurativo permite al bebé aumentar
paulatinamente el repertorio de conductas y con ello enriquecerá las
experiencias. La manera en que aprende será más compleja pero prevalecerá la
observación e imitación.
Uno de los fallos educativos reside en que los profesores
instruyen a los alumnos pero su comportamiento no siempre va de acuerdo con lo
que enseñan. Si el profesor les explica la importancia de la regla de las 3R
(reducir, reciclar, reutilizar) y luego les prohíben usar los cuadernos del año
anterior aún con muchas hojas limpias, será incongruente y eso desorientará a
los pequeños.
En el hogar ocurre lo mismo; los argumentos se fortifican
cuando se acompañan de las acciones. Aún más, si mamá cuida siempre que no se
desperdicie el agua, el niño le avisará cuando gotea la llave y más adelante él
mismo estará pendiente de no desperdiciar el recurso. Si papá coloca siempre la
basura en su lugar, el niño hará lo propio sin necesidad de indicárselo o darle
extensas explicaciones.
Un dicho popular dice: las palabras se las lleva el
viento… En cierto modo ocurre cuando intentamos instalar en el niño hábitos
como los de higiene, que trascienden el aseo corporal y se extienden al orden y
limpieza en las áreas comunes, en la escuela, las tareas, la calle. Podemos
explicarle, recurrir a los premios o a la suspensión de privilegios, rogarle,
pero los hechos son los que prevalecerán. Si papá y mamá lo hacen, el niño lo
hará sin necesidad de una explicación.
Hacia los 3 o 4 años, cuando las conductas básicas ya se
instalaron en el repertorio de respuestas del niño, iniciará la etapa de las
preguntas. Es cuando papá y mamá le explicarán las razones por las cuales se
debe cuidar el agua, la electricidad, se debe depositar la basura en el lugar
correspondiente, cuidar de las plantas y animales, etc. La explicación será un
agregado a las conductas ya existentes. Cuando el niño aprendió a tirar,
derramar, destruir, siguiendo el ejemplo de alguien, intentamos ofrecerle
razones para que adopte la postura de cuidado ambiental y personal pero será
más difícil y complicado. Debemos recordar que de la misma manera que se
aprenden conductas positivas, se aprenden las negativas.
El cuidado ambiental, la práctica de algún tipo de
ejercicio físico, la dieta alimenticia sana constituyen una forma de vida que
se logra al cambiar tan solo algunas actitudes. Una vida en la que cobran
importancia los valores familiares, la apreciación de la existencia y el
disfrute de la naturaleza. Una vida más feliz y con enormes gratificaciones
emocionales. Vale la pena intentarlo.
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