martes, 12 de abril de 2016

Sin gritos es mejor





Muchas veces las mamis o los papis pueden estar estresados, cansados o simplemente no de buen humor y estos factores llegan a afectar la manera con la que le hablan a los peques.
Es importante que en esos momentos estén muy conscientes de que el estilo que utilizan para educar a los niños tiene  un gran impacto en su desarrollo personal y emocional y aunque sabemos que no siempre es posible mantener la calma y que los papás también son seres humanos, no hay que olvidar que cuando pierden la paciencia y suben el tono de voz con el que le están hablando a sus peques puede afectar su estado de ánimo.

Algunas de las consecuencias de gritarle a los niños son:

• Cuando se confunde una buena educación con gritos más fuertes nadie ganar. Probablemente al principio los niños se asusten y obedezcan, pero conforme pase el tiempo se acostumbrarán a los gritos por lo que los papás tendrán que gritar aún más fuerte llegando al punto de que los pequeños les griten de regreso.

• Los gritos poco a poco mandarán en casa y los niños creerán que es una forma de comunicación normal.

• Puede ser que conforme pase el tiempo, el uso abusivo de los gritos hagan que los peques no lo relacionen con un enojo por lo que dejarán de ser empáticos con las personas.

• Una comunicación basada en gritos generalmente baja el autoestima y a la larga causa una gran depresión en adolescentes, así hay que tener mucho cuidado de no perder la cabeza constantemente.

También hay que recordar que los niños todo lo ven y copian, por eso es muy importante que entre mamá y papá siempre haya respeto y mucho amor. Quien te ama te va a respetar y quien te quiere siempre te va a tratar con cariño, la comunicación agresiva es un tipo de maltrato y no hay que dar ese ejemplo a los más pequeños.

Una gran manera de controlar un poco más cómo se expresan los integrantes de la familia es utilizando verbos que permitan la conexión emocional entre ellos. Decirle a los niños cosas como “siento que estas siendo grosero conmigo” o “me gusta que cuando te pido ayuda lo hagas con una sonrisa”.

Recuerden que no gritar no es sinónimo de consentir y maleducar a los peques, todo está en el tono que se utilice para diferentes situaciones.

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