lunes, 20 de julio de 2015

El contacto con la naturaleza reduce el estrés

El contacto con la naturaleza reduce el estrés, un dato que han señalado las abuelas y los abuelos de las diferentes tradiciones en todo el mundo, y recientemente se comprueba a través de estudios científicos. La Universidad de Washington, en el Journal of Enviromental Psychology, asegura que el ser humano aún no está preparado para vivir fuera de la naturaleza. Vemos difícil que en algún momento del futuro pueda adaptarse a vivir en espacios de concreto y luz artificial.

Las grandes ciudades aumentan el riesgo de padecer hipertensión arterial, problemas pulmonares, depresión, ansiedad y otros trastornos emocionales debido a la enorme agitación, el tráfico, la presión por cumplir con los horarios, la cercanía constante de otras personas y la poca o nula posibilidad de disfrutar momentos de apacible soledad.

En la naturaleza, el verde de los árboles, el azul del cielo o del mar, los aromas, los sonidos de los animales, actúan como antídotos para las influencias negativas provocadas por la vida en las grandes ciudades, e inducen a la tranquilidad y la relajación.  Con ello disminuye el estrés y aumenta la sensación de felicidad. Luego de pasar unos días en un ambiente natural, la persona estará renovada y con la energía suficiente para enfrentarse de nuevo a la vida cotidiana.

Los beneficios de vivir en grandes ciudades no incluyen la salud física y emocional que puede obtenerse dentro del ambiente natural. El ruido, la calidad del aire y del agua son menores en las ciudades. En la naturaleza se cuenta con el espacio vital necesario; funciones cognitivas como la atención, la concentración, el razonamiento inductivo y deductivo, la memoria y la percepción se restablecen o aumentan debido a la ausencia de estrés y estímulos negativos.

De ahí que se recomienda realizar actividades al aire libre en parques o zonas verdes, al menos tres veces por semana, y los paseos frecuentes al campo, montañas o playas.

Cuando las personas sufren de estrés es recomendable que se alejen de la ciudad por unos días o semanas. El cerebro reacciona a las estimulaciones de la luz eléctrica continua, las estridencias del tráfico, el continuo estado de alerta al circular entre cientos de vehículos, las presiones laborales y sociales, la inseguridad, y todo aquello que implica el vivir en grandes urbes. Con el paso del tiempo, en un mecanismo adaptativo, colapsa y se manifiestan diversos desórdenes físicos y/o emocionales.

Insomnio, inapetencia o aumento del apetito, ansiedad, depresión, irritabilidad, taquicardia, sensación de asfixia, gastritis, dolor recurrente en el pecho y muchos otros síntomas se previenen o corrigen con la sana costumbre de mantenerse en contacto con la naturaleza.

Restablece más el pasar un fin de semana en la montaña o en la playa, que permanecer durmiendo en la ciudad y encerrado en la casa. En la naturaleza tendrás la oportunidad de respirar aire puso, imágenes frescas y motivantes. No habrá razón alguna para permanecer atado al televisor o pendiente del teléfono.

La naturaleza sana, invita a reflexionar en cuál es nuestro ideal de felicidad. El ser humano necesita ser abrazado por el verde de la naturaleza y el azul del cielo o el mar.





No hay comentarios.: