Las delicias del mar deben llegar al plato de los niños. Los pescados y mariscos son una importante fuente de proteínas, vitaminas A y D, minerales como calcio, yodo y selenio. Contienen ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga omega-3, que benefician el desarrollo del sistema nervioso en el niño, previenen de enfermedades cardiovasculares y elevan las defensas inmunitarias.
Consumir suficientes ácidos grasos omega-3 durante el embarazo y la infancia, tiene un efecto positivo en el desarrollo cognitivo y de la vista del niño, de ahí que se recomienden de 3 a 4 raciones de pescado en la semana (un filete pequeño del tamaño de la palma de la mano de tu hijo, entre 35 y 40 gramos).
El pescado blanco como la tilapia, basa, lenguado y la merluza, es el más recomendable por ser de fácil digestión, con muy bajo contenido de mercurio y se puede introducir, poco a poco, en la dieta del bebé de 9 o 10 meses en adelante y alternando con papillas de carne, pollo y verduras.
El salmón proporciona ácidos grasos omega-3 y tiene un bajo contenido de mercurio. Para evitar la contaminación que pudiera tener, se recomienda quitarle la piel y el exceso de grasa. Elige el salmón salvaje al cultivado en piscifactorías. Ásalo o cuécelo bien y así desprenderá la grasa sobrante.
Cuida que el filete no tenga ninguna espina y cocínalo de diversas manera para que tu pequeño lo disfrute y consuma con facilidad.
En la actualidad, con el avance tecnológico, los productos congelados conservan el valor nutricional, detienen el proceso natural de degradación y evitan el crecimiento de microorganismos dañinos para el ser humano. El pescado congelado es tan nutritivo como el fresco, además más higiénico y seguro, puesto que tras la pesca es procesado y congelado sin que tenga tiempo a degradarse. Sólo debes recordar que congelado no significa eterno y debes consumirlo dentro del tiempo especificado. Una vez descongelado prepáralo de inmediato, consúmelo y no lo vuelvas a congelar.
Se ha hablado mucho acerca de la contaminación por mercurio. Este elemento se genera naturalmente en el medio ambiente y se emite también al aire por la contaminación ambiental. El mercurio es transportado por los ríos a los océanos. Ahí se transforma en metil-mercurio y se acumula en el cuerpo de cierto tipo de peces.
Los peces grandes se alimentan de muchos pequeños y por tanto acumulan mayor cantidad de mercurio, por ejemplo: el pez espada, el tiburón, la lubina, el atún fresco, la sierra y el atún rojo. Por ese motivo no es recomendable el consumo en las mujeres embarazadas, durante la fase de lactancia y en niños menores de tres años.
Aprovecha el valor nutritivo del pescado, en la comida o la cena de tu pequeño, preparándolo a la plancha con una pincelada de aceite de oliva, sal, perejil picado y un chorrito de limón. En sopas con verdura, al vapor o al horno.
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