miércoles, 2 de septiembre de 2015

Los masajes para el bebé


 

 

Los masajes para bebés han existido desde que las mujeres de la antigüedad resolvían los dolores, la indigestión, el llanto, el miedo, o simplemente demostraban el cariño a sus bebés, a través de acariciarlo con movimientos circulares y repetitivos, dándole suaves palmadas y cantándole. Una práctica observada, en prácticamente todas las culturas primitivas, al igual que el porteo del bebé (cargarlo y llevarlo a todas partes).

 

El contacto de las manos con la piel del bebé produce de inmediato un efecto relajante y al mismo tiempo estimulante. Con el paso del tiempo esas caricias repetitivas y arrullos se sofisticaron hasta presentarse como masajes para bebés, con diferentes nombres, pero conservando la esencia original.

 

Es sencillo dar un masaje al bebé. Puede hacerse desde los primeros días de nacido y consiste en tomarlo en brazos, sostenerlo con la carita de lado, recargada sobre el pecho de mamá y acariciar suavemente la espalda con movimientos circulares. Luego posarlo sobre una manta y continuar con los brazos, las manos, las piernas y los pies, en dirección del tórax hacia fuera. No se recomienda el uso de aceites puesto que la piel de los bebés es muy sensible, bastará con tener las manos tibias, limpias, libres de anillos, pulseras o relojes, y las uñas recortadas. Durante el primer mes se recomienda no tocar la zona del vientre hasta que se haya desprendido y cicatrizado por completo el ombligo. El masaje se complementa con el canto de mamá o la reproducción de música suave para bebés.

 

Más adelante, elige un lugar cálido dentro de tu casa. Intenta el masaje sentándote en un tapete y recarga tu espalda en un cojín. Coloca al bebé sobre tus muslos, boca arriba. Quítale la ropita y déjale el pañal. Háblale y dile cuánto lo amas al tiempo que cantas e inicias con el masaje. Mantén el contacto visual y no te preocupes por el tiempo. Al finalizar cúbrelo con una manta delgada y colócalo de nuevo en la silla porta bebé mientras te incorporas. Dale un baño, o vístelo si es que ya lo hiciste antes del masaje. Si el bebé se encuentra en calma déjalo un rato recostado sobre tu cama y acompaña el momento con música suave.

 

Si consideras que la posición en el piso daña tu espalda, puedes darle el masaje sobre el cambiador de pañales. Busca la comodidad puesto que a través de tus manos transmitirás al bebé todo tipo de emociones. De ahí que uno de los secretos es dar el masaje con calma, con la intención de irradiar tu amor al bebé. Cuando se realizan de manera mecánica, o no estás de buen humor, es probable que el bebé llore.

 

La temperatura de la habitación es importante, si siente frío o demasiado calor no tendrá una experiencia agradable. Tampoco con ruidos o interrupciones. Funciona el poner un horario para el masaje, observa cuando es mejor para él, si antes o después de bañarlo.

 

Además de relajarlo, el masaje estimula el desarrollo psicomotor, le ayuda a eliminar gases y en el funcionamiento del intestino. Aumenta la confianza en los demás y en sí mismo al sentirse protegido y amado. El bienestar le lleva a conciliar mejor el sueño y estos dos factores intervienen en el fortalecimiento del sistema inmunológico.

 

La efectividad del masaje para el bebé se ha comprobado incluyéndose en los programas de estimulación temprana y se indica especialmente en los bebés prematuros o con capacidades diferentes.

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