jueves, 17 de septiembre de 2015

Papillas y alimentos saludables



Al cumplir los seis meses de edad la exigencia nutricional del bebé es mayor y llega el momento de iniciar con las papillas. El cambio nutricional requiere de asesoría, por parte de la nutrióloga pediatra, y de paciencia por parte de mamá.  

Con seguridad será sencillo encontrar una enorme cantidad de recetas de papillas nutritivas, además de consejos acerca de su preparación y almacenamiento. Sin embargo, existen otros factores que intervienen en la alimentación humana.

Sabemos que por medio del sentido del gusto se perciben los sabores debido a la excitación de las papilas gustativas. La sensibilidad es variable en cada ser humano y eso determina la preferencia hacia ciertos sabores. Los sabores básicos son: dulce, salado, ácido y amargo. De acuerdo a la experiencia, los bebés guardan en la memoria sensorial el gusto y preferencia según sus deseos o necesidades nutritivas.

La percepción de los sabores básicos se combina con la temperatura, la humedad, la textura y las emociones, elevando la complejidad de la experiencia que quedará almacenada en la memoria. El sentido del gusto envía señales al cerebro y así determina apetito, saciedad, satisfacción y participa en la función digestiva, incluso, si detecta un alimento potencialmente dañino o desagradable, se presentarán los reflejos de expulsión (vómito) como una defensa. 

Cuando llega el tiempo de las papillas, debemos saber que no sólo alimentamos al bebé, si no también le estamos enseñando a comer de manera sana y le transmitimos una herencia familiar y cultural. Un sin número de actividades familiares y sociales giran en torno a la comida. Además, comer tranquiliza porque sentirse satisfecho lleva a la felicidad. Por otro lado comer junto a los seres queridos favorece la comunicación y estrecha los vínculos afectivos.

Le enseñaremos al bebé a degustar las papillas si se las presentamos en el momento adecuado, esto significa no esperar a que el hambre le lleve a comer con desesperación como si se tratara del pecho o el biberón. El atragantarse y sentir ahogo no es agradable. Tampoco el obligarlo. De ahí que se recomiende iniciar con pequeñas probaditas de un solo tipo de fruta o verdura, antes de mezclarlas.

De esa manera, el bebé podrá disfrutar el sabor, la textura, la temperatura, la compañía de mamá y las demostraciones de cariño. En las primeras etapas del desarrollo, los bebés se apoyan en el sentido del tacto. Puedes ofrecerle una pequeña porción de la papilla en un plato, permitirle que introduzca las manitas y las lleve a la boca. De esa manera asociará experiencias placenteras con el sabor, color y textura de ese alimento en particular. Más adelante, cuando logre coordinar los movimientos mano-boca podrás entrenarlo para que coma correctamente con los cubiertos.

Si desde el inicio el bebé entrena el gusto por los alimentos sanos, asocia el comer con la convivencia, el cariño familiar y emociones positivas, será mucho más sencillo el proceso que va desde las papillas hasta los alimentos sólidos y la preferencia por la comida nutritiva en las cantidades suficientes. 

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