lunes, 17 de agosto de 2015

Un nacimiento diferente

Un nacimiento diferente se logra cuando el parto no es el final de un proceso sino la continuación de una historia familiar. La biología básica del embarazo y el alumbramiento se mantendrá siempre constante: el bebé se desarrollará y al cumplirse el plazo descenderá por el canal vaginal hasta abrir los ojos al mundo. Lo que sí puede cambiar es la manera en la que la sociedad apoya a las futuras madres.

Uno de los principales intereses de las parteras y los obstetras, a lo largo del tiempo, ha sido encontrar las estrategias ideales para facilitar el parto. Primero buscaron la seguridad en el procedimiento y así salvaguardar la salud de la madre y del bebé. Cuando se consiguió, se propusieron disminuir las incomodidades y hacer partícipes al padre y a la familia.

Un vistazo a los grabados y dibujos en diferentes épocas ilustran el desarrollo de la obstetricia. Se ha dado a luz en sillas especiales, en taburetes, en cuclillas o de pie; con las piernas abiertas y agarrándose a unas asideras colocadas estratégicamente. Es claro que las posturas de la antigüedad van más de acuerdo con la naturaleza del cuerpo y las leyes de la gravedad, facilitando el descenso del bebé, pero el médico de la corte francesa, en el primer tercio del 1700, ideó recostar a la Reina Victoria. Con seguridad las posturas tradicionales fueron vistas como humillantes para tan noble y pudorosa mujer. Tomando en cuenta también el hecho de que en esos años no podían ser vistas desnudas ni por ellas mismas y no se desprendían de la voluminosa indumentaria ni para dar a luz.

Por fortuna, las actuales camas de las salas de parto, en muchas maternidades, permiten a la mujer una posición más cómoda que le facilita el proceso de expulsión. Sin embargo, algunas piensan que están diseñadas pensando en la comodidad del obstetra y no en la de la mujer.

De cualquier manera, e independiente a la posición y comodidad durante el alumbramiento, un factor permaneció inmutable: el miedo al dolor. Ya en 1914, el médico Grantly Dick Read relacionó el dolor durante el parto con el miedo. Es innegable el hecho de que las contracciones son dolorosas, pero el grado de la sensación es proporcional al miedo. Esto significa que la tensión y la angustia incrementan el miedo, como resultado, se dificulta la dilatación del cuello del útero y el sufrimiento se incrementa.

El ejercicio, el control del peso a través de una dieta sana, la práctica de la relajación, el entrenamiento de la respiración y el saber paso a paso lo que ocurre en el cuerpo al momento de dar a luz, disminuirán el miedo y la mujer participará durante el proceso de una manera consciente y sin temor.

La sensación dolorosa del parto no debe ser experimentada como sufrimiento ni como castigo. El dar a luz significa el siguiente capítulo de una historia familiar, en la cual, un nuevo y maravilloso caminará al lado de sus padres.

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