lunes, 13 de abril de 2015

La mujer de las semillas

La mujer de las semillas ha recorrido diversos foros internacionales y nos recuerda que sin semillas, la vida en la Tierra se extinguiría en muy poco tiempo. Su nombre es Ati Quigua, líder indígena Arhuaca y la primera mujer indígena en ocupar un puesto en el senado de Colombia.

En este foro compartimos un fragmento de su mensaje. Ati Quigua nos recuerda que el aporte más valioso que la mujer hizo a la humanidad, fue haber domesticado la semilla, hace ya unos 10.000 años. Es cuando surge la agricultura y con ello el culto a la Tierra, como madre magnífica que alimenta a todos sus hijos. El amor a la Tierra es la base de la identidad de los pueblos indígenas y la base de nuestra identidad.

Con el culto a la Tierra surgió la crianza de las semillas, en la actualidad, las mujeres de la amazonia colombiana y de otras naciones indígenas americanas, le dedican la mayor parte de su tiempo, porque el espacio natural de estas mujeres es el huerto familiar.

En esas comunidades, así como bautizan a los hijos, también le dan un nombre a las semillas. Así como cuidan del desarrollo de sus hijos, también vigilan el crecimiento de las plantas. De tal manera que el culto a la Tierra se convierte en la base de las civilizaciones y los pueblos indígenas de América; ellos definen su identidad como hijos del maíz, el alimento básico alrededor de cual aprendieron a conocer a la Tierra.

Grandes ciudades se edificaron en torno a la crianza de las semillas. En Colombia, los caminos que comunican el mar con la nieve de las montañas, atraviesan enormes extensiones de terrazas, pensadas en el sustento de esas comunidades indígenas.

Las fiestas más importantes son los casamientos y los bautizos, que conllevan el profundo significado de la semilla y la fertilidad. Los alimentos que se comparten en las celebraciones derivan de las semillas.

En el presente, un gran número de sociedades minimizó el respeto por la naturaleza, por esa razón, el acto de alimentarse y comer ha perdido la importancia que tiene para las naciones indígenas, incluso, no se cuestionan si lo que llevan a la boca es fuente de nutrición o de enfermedades.

Si continúa el cuidado de las semillas, la especie humana tendrá larga vida, porque la cultura alimentaria es la base de la existencia. De la misma manera se tiene que cuidar de la semilla humana; esta debe mantenerse en armonía con los signos y procesos vitales de la naturaleza.

Un pueblo capaz de producir lo que consume será autónomo y la soberanía de una nación no descansa en las armas públicas sino en la cocina. Por eso la cocina es el espacio en el que los pueblos indígenas han consolidado la familia y fortalecido los valores.

Padecemos el impacto del calentamiento global y los cambios climáticos que afectan gravemente a la biodiversidad. Como estrategia debemos inculcar en las nuevas generaciones el respeto por todos los seres vivientes, establecer el compromiso de cuidar la semilla humana y de todas las semillas en conexión con Pachamama, nuestra Madre Tierra. Intentemos promover el consumo consciente y la sana alimentación, porque son la base de la cultura y de la economía de una nación.

Lo que le suceda a las plantas, a los animales, a la tierra, al agua, a los minerales, le ocurrirá al ser humano, porque todo esta relacionado como una misma sangre.

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