La encrucijada resulta apremiante: ¿sacrificar el presupuesto y darle a mi familia opciones más sanas u optar por los bienes comunes y gozar de una economía menos ajustada?
Ante la disyuntiva, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha acercado este debate a la población puntualizando los motivos por los cuales los alimentos orgánicos certificados son más costosos que sus equivalentes comunes, logrando así una perspectiva más amplia sobre el tema. Entre ellos destacan:
• La oferta de los mismos es limitada en relación a su demanda.
• Los costos de producción implican más mano de obra.
• Su manipulación después de la cosecha es más cara porque los parámetros de certificación requieren transportes con regulaciones específicas.
• La cadena de comercialización es más compleja por tratarse volúmenes más pequeños en cuanto a distribución y puntos de venta.
Ahora bien, conforme pase el tiempo y la consciencia ambiental crezca, se prevé que la demanda de estos productos también incremente, así como las innovaciones tecnológicas que aminoren sus precios de producción y distribución.
Lo que es un hecho es que los alimentos orgánicos certificados contribuyen al enriquecimiento de la fertilidad de los suelos, le dan mayor bienestar a los animales, aminoran futuros gastos médicos al evitar plaguicidas y químicos tóxicos y fomentan el desarrollo rural a través de la creación de empleos agrícolas.
La pregunta queda sobre la mesa y seguirá siendo una decisión muy personal el adquirir o no estos productos, sin embargo, cada vez hay más evidencia de sus beneficios ambientales y todo indica que quizá más pronto que tarde sean más accesibles para la población en general.
Y tú, ¿qué decides? De cualquier forma, ¡gracias por ser parte de la Generación BioBaby!
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