Ni los gobiernos ni las fuerzas armadas han dimensionado los impactos
humanitarios, ambientales y económicos que están generando las guerras modernas
en forma inmediata y a largo plazo. Las guerras recientes no sólo han generado
mayor cantidad de víctimas civiles, sino además, crecientes e irreversibles
impactos ambientales.
Cuando cada bomba explota, genera temperaturas arriba de los 1.000
°C, lo que junto a la fuerza explosiva no sólo aniquila infraestructura, flora,
fauna y personas, sino destruye la estructura y composición de los suelos, los
que demoran cientos y miles de años en regenerarse. A los terribles daños de
las bombas, explosiones e incendios que le siguen, se encuentran los impactos
de las explosiones de los "objetivos estratégicos" tales como los
complejos industriales.
Cuando hay alguna guerra, como la de Irak, se deben considerar los impactos
del derramamiento y la quema intencional del petróleo. El incendio de los pozos
petroleros está generando una grave contaminación atmosférica, terrestre, de
aguas superficiales y subterráneas.
Los impactos sobre ecosistemas y la salud de la población son gravísimos
por los niveles letales de dióxido de carbono, azufre e hidrocarburos orgánicos
volátiles, entre otros.. Los incendios en 500 pozos de petróleo durante la
anterior guerra del Golfo lanzaron a la atmósfera 3 millones de toneladas de
humo contaminante lo que provocó enfermedades respiratorias a millones de
personas. Los derrames mataron a más de 30.000 aves marinas, contaminaron 20%
de los manglares y la actividad pesquera se arruinó.
Por todo lo mencionado anteriormente, es importante crear conciencia tanto
en nosotros como en nuestros hijos, acerca del impacto negativo que las guerras
pueden tener hacia el medio ambiente.
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