Al nacer, todos los niños cuentan con “las herramientas” necesarias para aprender un lenguaje, es por ello que la producción de sonidos y de voces inicia desde el primer mes, y al cumplir el primer año los sonidos que estuvo practicando se convertirán en sus primeras palabras.
Cerca del segundo mes, es común que la mayoría de los bebés comiencen a balbucear, por eso es muy importante que las mamis les hablen todo el tiempo, ya que los sonidos que produce la mamá estimulan el desarrollo lingüístico del niño y al mismo tiempo le producen calma y bienestar.
Para el quinto mes el bebé balbucea constantemente; sin embargo, para la mayoría de los niños es mucho más importante comprender que hablar, por lo que algunos no producen ningún sonido y esto se debe a que están prestando mucha atención a todo lo que ven y escuchan, pero llegará el momento en el que hablarán sin parar.
El octavo mes es crucial ya que en esta etapa los niños está atentos a las conversaciones de los adultos a su alrededor. Pueden permanecer en completo silencio siguiendo con la cabeza las frases, y es gracias a lo atentos que están que aprenden a cantar. No es propiamente un canto en la forma en la que lo conocemos, lo que los bebés hacen es juntar distintas sílabas de las palabras que han aprendido y las unen con algunas notas de las canciones que los papás les han cantando para formar sus propias melodías.
El mes siguiente, el noveno, es cuando la lengua de los bebés comienza a dar rienda suelta; comienzan a formar nuevas palabras con todas las sílabas que conocen, si pones atención, te darás cuenta que son palabras muy largas y complejas, y aunque el significado no es muy claro, el sonido remite a nuestro propio lenguaje.
El sonido más hermoso es el que viene después. Cuando el niño tiene cerca de un año, las primeras palabras comienzan a escucharse y el tan esperado “mamá o “papá” por fin llega para deleite de los padres. Ahora, las siguientes palabras que el niño pronuncie serán de dos sílabas como máximo, ya que en esta etapa –de simplificación- los niños no pronuncian el final de las palabras o utilizan el mismo sonido para definir distintos objetos. Por ejemplo, pueden utilizar agua para referirse a “querer agua” o “tiré mi agua”, este tipo de lenguaje se conoce como telegráfico.
Después del año, el trabajo de los padres es enriquecer el lenguaje de sus hijos. Jugar, cantar y leerles cuentos es parte de este enriquecimiento; en promedio, un niño aprende 2 palabras nuevas por mes.
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