Un grupo de científicos del Instituto de Ciencias de Materiales de Sevilla del CSIC han creado un plástico biodegradable realizado a partir de la cutina vegetal de la piel del tomate, un “biopoliester” que se encuentra a modo de esqueleto flexible en la mayoría de las frutas y verduras.
La producción de este material como plástico biodegradable a gran escala, sería una solución perfecta para sustituir los envases de plástico que nos inundan a diario y que se obtienen a partir de derivados del petróleo.
Los científicos han empleado como modelo la cutina extraída de la piel del tomate y han conseguido generar en el laboratorio una cutina sintética con las mismas propiedades fisicoquímicas que la vegetal, y que, como ésta, también se biodegrada espontáneamente. Empleando determinadas moléculas de origen natural a modo de aditivos, se pueden modular ciertas propiedades finales del producto, como el color, la permeabilidad, la resistencia a la rotura o la degradación, lo que permite obtener poliésteres “a la carta”, adecuados a un uso concreto.
El método de síntesis de la cutina vegetal, cuya producción a gran escala generaría un impacto medioambiental muy bajo, ha sido patentado recientemente, y ahora los investigadores están en contacto con empresas del sector plástico para evaluar la viabilidad del proceso. Una proposición que apuesta por el progreso sostenible y que esperemos sea positivamente encauzada.
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