Cantos a la lluvia, ofrendas de frutas y flores, manifiestan agradecimiento al iniciar la temporada comprendida de mayo a octubre, en nuestro país. Dentro del ciclo vital, el agua garantiza el abasto destinado a la agroindustria.
Los productos derivados de la agricultura, la ganadería, la riqueza forestal y la pesca, son indispensables para la manutención y el comercio. La rama no alimentaria de la agroindustria, se encarga de transformar los productos destinados a la elaboración de materias primas, por ejemplo, los árboles reservados para la elaboración de papel. Sin lluvias, nada de esto podría ser posible.
En sí, nuestra existencia depende de qué tan alto cantemos a la lluvia, o dicho de manera poco romántica, de la responsabilidad y eficiencia con la que cuidemos el agua. La lluvia es, entonces, una de las manifestaciones que además de garantizarnos el alimento, la salud, la higiene y la estabilidad en la Tierra, despierta la imaginación de los artistas.
El calor terrestre y el producido por el sol, transforman al agua de estado líquido al estado de vapor. El mar, al colisionar con las rocas y los acantilados, pulveriza el agua y el aire trasporta las minúsculas gotas que, al evaporarse, liberan los microscópicos núcleos de sal. Estos flotan en la atmósfera y contribuyen a la formación de precipitaciones.
Las precipitaciones reciben varios nombres: tromba o manga de agua si es violenta y abundante provocando riadas e inundaciones. Chaparrón, aguacero o chubasco cuando cae de golpe, es intenso y de corta duración. Lluvia al ser continua, regular y el diámetro de sus gotas no mayor a 0.5 milimetros. Cuando son gotas apenas perceptibles, se le conoce como llovizna o chipichipi. Por último tenemos al rocío, originado en la superficie de la Tierra y se manifiesta en gotitas de agua sobre los objetos expuestos a la intemperie.
La lluvia también alcanza la moda. Chubasqueros, gabardinas, impermeables, sombreros, paraguas y botas diseñadas con el objeto de protegernos. Los hay para lucir en la calle o para el trabajo, aunque a los niños y a los enamorados les encante sentir la lluvia.
Todo se encuentra en íntima relación y cuando la humedad en el aire se combina con el dióxido de azufre, el trióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno, emitidos por centrales eléctricas, fábricas, vehículos que queman carbón o derivados del petróleo que contengan azufre, se formarán ácidos nítricos, ácido sulfúrico y ácido sulfuroso. Como resultado, la lluvia ácida caerá sobre los niños, los enamorados y la Tierra. El deterioro puede llegar a ser de trágicas consecuencias para la salud de todos los seres vivos y pone en real peligro el abasto de alimentos.
Los cantos a la lluvia nos invitan a darnos cuenta de la responsabilidad que tenemos hacia nuestro planeta.
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