martes, 25 de agosto de 2015
La salud integral
La salud integral, también llamada salud holística, se refiere al bienestar físico, mental, emocional y en armonía con el medio ambiente. La persona humana no es una cabeza, un cuerpo, un sentimiento, un pensamiento; la persona es más que la suma de todos esos componentes del existir. Lo que perturba al cuerpo afecta a la mente y al espíritu; define la manera en la que nos relacionamos con el mundo. Condiciona el que podamos ser felices o no.
En esta reciprocidad, las impresiones y experiencias positivas son a las emociones lo que las vitaminas al cuerpo. Procuramos informarnos acerca de la mejor dieta alimenticia para el desarrollo del cerebro, los huesos, los músculos de nuestros hijos. Buscamos aquellas verduras y frutas que les suministren el aporte vitamínico y así apoyar al sistema inmunológico. En ese esfuerzo por lograr la salud se deben incluir las estrategias que propicien la fortaleza emocional y mental en los niños.
La Organización Mundial de la Salud define la salud mental como: “Un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. Lograrlo depende de una serie de procesos mentales que influyen en la percepción del mundo.
Iniciaremos por la autoestima. Este componente de la personalidad se desarrolla desde etapas tempranas con base a las percepciones, los sentimientos, los pensamientos y lleva a la evaluación que la persona hace de sí misma. Los niños deben recibir amor, motivación, experiencias positivas, protección, y al mismo tiempo permitirles un grado de independencia para que experimenten, compitan y aprendan que las acciones tendrán consecuencias.
Dentro de la gama de experiencias que el niño debe vivir también se encuentran aquellas que le darán dolor y tristeza. El niño tendrá raspones y dolor de estómago; llorará al perder su muñeco de peluche o cuando un amigo no quiera jugar con él. Con eso aprenderá a cuidar sus cosas y a entablar acuerdos con los demás. Tendrá que sentarse a comer lo que no le gusta; cumplir con las tareas aunque no quiera hacerlas y así conseguirá el postre y el reconocimiento escolar con una buena calificación. Todas las experiencias en apariencia desfavorables le llevarán a desarrollar responsabilidad hacia las personas, las cosas y lo principal hacia sí mismo. El esfuerzo y el logro personal serán un alimento o vitamina sutil que fortalecerán su mundo interno.
Aprender a manejar la frustración y las respuestas emocionales que de ella derivan, le permitirá conducirse con éxito dentro del mundo que le rodea. La sobreprotección de los padres no es conveniente, puesto que llegará el momento en que deba enfrentarse solo y no contará con las herramientas emocionales y mentales para hacerlo.
La motivación y después la automotivación complementan el desarrollo emocional y mental del ser humano. En primer lugar son los padres quienes proveen a los hijos de un ambiente enriquecido dentro del hogar. Se le recompensará al cooperar, al cumplir con pequeñas responsabilidades, y será el inicio de lo que encontrará al asistir al preescolar. Más adelante hará las cosas por sí mismo y al obtener el reconocimiento estará motivado a continuar.
La persona consciente de sus fortalezas, capaz de convertir las debilidades en oportunidades para desarrollarse; auto motivada y segura de sí, encontrará siempre la manera de relacionarse armoniosamente con los demás seres vivos y con la naturaleza. Habilidades o componentes del ser que llevan a la salud integral.
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