jueves, 17 de septiembre de 2015

La conciencia ambiental



El 27 de septiembre se dedica al Día Nacional de la Conciencia Ambiental, una filosofía y movimiento social cuyos objetivos primordiales se centran en la conservación del medio ambiente.

La pregunta, que aún no tiene una respuesta satisfactoria, porque quizás necesita de todo un replanteamiento acerca de la vida moderna es: ¿por qué el ser humano lleva a cabo acciones que dañan el medio ambiente y al mismo tiempo lucha por defenderlo? Las comodidades actuales, en su mayoría, agreden al mundo natural. ¿Cómo reducir entonces el impacto? La exigencia hacia los gobiernos es enorme, pero, ¿el ciudadano común está dispuesto a tomar la responsabilidad que le corresponde y renunciar a ciertos hábitos de consumo que dañan el ambiente?

No es necesario detallar lo que desde las sociedades primitivas se ha realizado a favor o en contra de la naturaleza, para comprender que el avance tecnológico responde al interés por gozar de comodidades, sin embargo, muchas de esas tecnologías amenazan el equilibrio del planeta. De ahí nace la idea de crear una conciencia ambiental que no pretende anular los avances, si no optimizar los recursos y emplear medios amigables con el medio ambiente. 

El interés por desarrollar una conciencia ambiental no es nuevo, citaremos como ejemplo las medidas tomadas por el rey Eduardo I de Inglaterra, en 1272, cuando prohibió la quema de carbón, ya que el humo en la ciudad se convirtió en un problema de salud pública.

En diciembre de 1997 nació una iniciativa interesante y propositiva. En esa fecha, los países industrializados se comprometieron, en la reunión realizada en Kioto, Japón, a llevar a cabo una serie de estrategias destinadas a reducir los gases de efecto invernadero. Al conjunto de medidas se le denominó Protocolo de Kioto (PK), pero fue hasta el 2005 que entró en vigor.

El Protocolo de Kioto ha llevado a los países integrantes a establecer políticas y leyes que lleven a cumplir lo pactado. Cada país posee un grado diferente de emisiones que repercuten en los diversos ecosistemas, con base al número de industrias, energía nuclear utilizada, vehículos y hábitos de consumo de sus pobladores, de ahí que las medidas se adapten a cada caso. 

Es claro que el Protocolo no tiene el poder suficiente para enfrentar y resolver la problemática que existe, debido a la enorme cantidad de intereses políticos y económicos que están en juego, pero sí es un importante paso en el desarrollo de una conciencia ambiental. Alrededor de 150 países han firmado el  protocolo.

Contribuir cada uno desde el hogar o el trabajo marcará la diferencia. La invitación es a informarse y educarnos dentro de una conciencia ambiental.

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