La creación de hábitos de higiene es sencilla si se inicia con
tareas simples. El niño debe sentirse motivado a repetir esas conductas porque
son divertidas, y obtiene la atención de mamá y papá. Mas adelante comprenderá
los beneficios e incorporará con facilidad nuevos hábitos que impliquen mayor
esfuerzo o complejidad.
Todos los seres humanos reproducen conductas automáticas o
mecánicas a las que identificamos como “hábitos”. La mayoría se establecen en
etapas tempranas mediante su repetición y usualmente se asocian a un horario o
circunstancia. Emplearemos como ejemplo el lavarse las manos y cepillarse los
dientes.
La principal característica de los hábitos es su automatismo. En
un principio el niño lleva a cabo la conducta como respuesta a la indicación,
orden o demanda de los padres, y por seguir el ejemplo que ellos le dan.
Veamos cómo funciona: mamá lleva al niño al lavabo y le dice que ambos
deben lavarse las manos antes de comer; al terminar le cepilla los dientes y
ella también lo hace. Repite la misma operación en cada una de las comidas. Si
las manos no están limpias no hay alimentos ni para él ni para los padres. No
hay juegos o paseos si no se han cepillado los dientes.
Para el niño se convertirán en un ritual que acompaña las comidas,
no lo cuestionará, y llegará el momento en que lo haga aunque mamá no lo señale,
porque todos lo hacen en casa. En ese momento podremos decir que se han
establecido esos dos hábitos de higiene.
La motivación puede consistir en el jabón aromático, la toalla con dibujos
infantiles, el cepillo elegido por el niño y la pasta dental con un delicioso
sabor. Mamá puede agregar el que huela sus manos limpias y sienta el frescor en
la boca, signos indicativos de salud e higiene.
El siguiente factor es la constancia, en especial, durante el
periodo en el que se trabaja la instauración del hábito. El éxito consiste en
que mamá vigile que siempre se lave las manos y cepille los dientes. Una vez
establecidos servirán como base para otros hábitos.
Señalamos que seguir el ejemplo es una manera de aprender, en sí,
imitar a personas significativas para nosotros es una vía poderosa de
aprendizaje. Durante la primera infancia las personas más importantes son los
padres y los familiares, en consecuencia, la adquisición de los hábitos se
debilitará, será más difícil o imposible, si los demás no se lavan las manos
antes de las comidas y después de ir al baño, o no se cepillan los dientes.
Los hábitos de higiene se extienden a todo aquello que se
relacione con la salud, además, nos facilitan las relaciones sociales y la
aceptación en el grupo. El orden, la limpieza del cuerpo, la ropa, los zapatos,
los enseres domésticos, la habitación, los alimentos, son indispensables.
Es importante señalar que de la misma manera que establecemos
hábitos positivos o benéficos, se pueden establecer hábitos indeseables, en ese
caso se recomienda modificar de inmediato siguiendo el mismo sistema:
indicación incuestionable, expuesta de manera agradable y haciendo énfasis en
los beneficios, seguida de una recompensa emocional en cuanto el niño presente
la respuesta que deseamos, y, por supuesto: poner nosotros el ejemplo.
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