viernes, 11 de diciembre de 2015

El arte en los platillos navideños





La comida mexicana fue declarada patrimonio inmaterial de la humanidad, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en el año 2010. Entre la variedad de platillos de las diferentes regiones de México se encuentran los guisos y postres navideños, elaborados con productos regionales orgánicos.

La comida sana es aquella que combina de manera exquisita ingredientes nutritivos de la temporada, y si además cuidamos de no generar desperdicios, empleamos productos amigables con el medio ambiente al limpiar, lavar y refrigerar, estaremos contribuyendo con la salud del planeta.

Conservar las tradiciones dentro de un estilo de vida que promueve el desarrollo sustentable, dando preferencia a los cultivos regionales, permite el desarrollo local y lograr delicias culinarias como la ensalada navideña. Un platillo tradicional en los hogares mexicanos. Los elementos de la receta básica son: betabel, jícama, tejocote, guayaba, lima, naranja, cacahuates y colación, aderezados con jugo de naranja. El primer registro de esta receta se remite al año de 1831, en el libro de cocina El Cocinero Mexicano.

El ponche navideño se originó en la época de la Colonia. El deleite invernal combina tamarindo, guayaba, tejocote, membrillo, manzana, ciruela pasa, rajitas de caña, canela, flor de Jamaica, jugo de naranja, piloncillo y agua. Se sirve caliente en jarritos de barro. Además de ser rico en vitamina C, eleva la temperatura corporal y el buen humor alegrando las reuniones decembrinas.

El champurrado es una bebida de origen prehispánico ideal para acompañar los tradicionales tamales o el postre. Se elabora con agua, chocolate, piloncillo y masa de maíz.

La comida contiene, además de los ingredientes, un lenguaje que transmite los valores culturales. El colorido, la combinación de las especias, los aromas, los tiempos de cocción y su presentación en la mesa, muestran la dedicación y la entrega de quienes los preparan. Cada platillo contiene una historia. Así sucede con los romeritos, uno de los guisos favoritos de los mexicas del antiguo México. Se sirve en Navidades y en la Semana Santa, logrando la sutil combinación de los romeritos (un quelite que crece en la milpa), con el espléndido gusto de las tortitas de camarón seco, papa y nopales, en una tradicional salsa de mole. 

El pavo o guajolote en adobo y relleno con carne de cerdo molida, o también el preparado con especias, se presentan en las mesas navideñas acompañado con puré de manzana o papa.

No pueden faltar los platones de Talavera Poblana para presentar los guisos navideños, una cerámica de gran belleza por su colorido y la elegancia en sus diseños, que desde el 1650 se dio a conocer en el México Colonial.

Cada región aporta su sazón propio y eso hace que los valores culturales, reflejados en la comida sean el resultado de años de historia y trabajo de agricultores, ganaderos, piscicultores, cocineros y amas de casa. En la actualidad, la eco-gastronomía se presenta como el arte de cocinar y comer sano eligiendo productos orgánicos. El arte en la cocina puede con facilidad incluir las acciones que protejan el medio ambiente y la salud de la familia.

Conservar las tradiciones dentro de un estilo de vida que promueve el desarrollo sustentable, dando preferencia a los cultivos regionales, es sencillo.

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