Cada especie posee características genéticas y
morfológicas esenciales, y es capaz de producir descendencia fértil. Se
encuentra adaptada a un medio ambiente en el cual obtiene la protección y la
alimentación necesarias para garantizar la supervivencia de su especie.
Se distribuyen en poblaciones, esto significa que los
organismos con afinidad reproductiva interactúan regularmente dentro de un
tiempo y un espacio o hábitat definido. Cuando cambia la estructura del
hábitat, ya sea por disturbios climáticos, erupciones volcánicas, deforestación,
vertido de químicos, etc., se produce un desequilibrio y la población se ve
amenazada. Algunas especies tienen la capacidad para emigrar en busca de un
nuevo espacio, otras no tienen esa posibilidad y con el paso del tiempo
disminuye su población hasta extinguirse. En 1966 se publicó la Primera Lista
Roja de Especies Amenazadas.
La extinción significa el final de una línea evolutiva. Delibes
de Castro comenta que los humanos deterioramos la biodiversidad mundial aunque
de momento no conozcamos con precisión la amplitud del daño. Las cinco grandes
extinciones masivas, dice el autor, ocurridas a lo largo de cientos de miles de
años, no se equiparan a la rápida extinción actual y a futuro podrá
considerarse como la más vertiginosa de la historia, debido al desbordado
crecimiento de la especie humana y al consumo de recursos no renovables que se
ha provocado.
Se estima que hemos sobrepasado el umbral de la capacidad
de regeneración de la Tierra; por un lado se llevan a cabo acciones encaminadas
a solucionar el problema y por otro los índices de deterioro apuntan a lo
contrario.
Asociaciones gubernamentales y no gubernamentales, a lo
largo del mundo, vigilan, alertan y sugieren estrategias encaminadas a la
protección de la diversidad. Las diferentes especies animales y vegetales
tienen un valor en sí mismas por el solo hecho de existir (Soule 1985), y son
los humanos quienes tienen la capacidad para protegerlas.
El pesimismo desatado en los últimos tiempos no
beneficia, pero se debe señalar la problemática que enfrentamos para
desarrollar una consciencia ambientalista y cada individuo colabore activamente
con las acciones que estén en sus manos.
Valora los derechos de otras especies a la existencia.
Se agradecido por el alimento, el aire y la belleza que
abunda en la Tierra.
Infórmate y educa a tus hijos a cuidar los recursos como
el agua, la electricidad, los combustibles.
Evita el consumo innecesario de bienes y servicios.
Reutiliza, recicla y no contamines.
Supera el individualismo y colabora para optimizar los
recursos de tu comunidad.
Reconoce la importancia y la interrelación que existe en
cada una de las especies.
Disfruta de la naturaleza y mantenla intacta.
Respeta los espacios naturales.
No compres animales silvestres o alguna especie en
peligro de extinción.
Trombulak
(2004) dice que la meta es proteger y mantener tres aspectos importantes de la
vida en la Tierra: la diversidad biológica, la integridad ecológica y la salud
ecológica. Es posible vivir en plenitud y en un planeta saludable si todos
colaboramos, evitemos estar alguna vez en la Lista Roja de Especies Amenazadas.
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